sábado, 21 de enero de 2012



La luna llorando dice:
yo quiero ser una naranja.
Federico García Lorca
La luna naranja en la terraza.
De acuerdo, ya te he entendido.

Las yemas se adentran tras la cáscara,
traspasan el ácido caparazón
de una tortuga.
Explota un escalofrío.
Arañan once gajos –uno a uno-
resbalando la sangre entre uña
y carne.

Se abre camino y siente
que sus dedos se humedecen
en el centro de la tierra.

Sobrevive al ataque de un aroma,
al inicio de un invierno más,
al índice que abre las heridas.

2 comentarios:

Juan Antonio Bernier dijo...

Muy bueno.

Saludo :)

noctívago dijo...

Gracias, Juan Antonio. Me alegra que te guste...Un saludo