lunes, 26 de marzo de 2012

Durs Grünbein


Cosmopolita
De vuelta de mi viaje más largo, al día siguiente
me doy cuenta de que no entiendo de viajes.
Encerrado en el avión, durante horas inmóvil,
debajo de mí nubes que parecen desiertos,
desiertos que parecen mares, y mares
como los remolinos de nieve que uno atraviesa
al despertarse de la anestesia, y me doy cuenta
De lo que significa ambular perdido sobre grados de longitud.

Al cuerpo se le roba tiempo y descanso a los ojos.
La palabra exacta pierde su lugar. Se descubre
el timo con el cambio del más allá y el aquí
en diferentes religiones y varios idiomas.
En todas partes las pistas de despegue son igual de grises y las
habitaciones de la enfermería, igual de luminosas. Allí, en el tránsito,
donde el tiempo vacuo nos mantiene despiertos en vano,
se cumple un dicho de los bares de la Atlántida:

viajar es una anticipación del infierno.

(Nach den Satiren)

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